viernes, 1 de marzo de 2013

Mini cuento

Elisa murió en el 74; su madre, en el 92. No se dio cuenta o no pudo o no entendió que sus manos, acariciando el suave y aterciopelado pelo de su gato Simón, sufrían el mismo efecto sedante que  los delicados arpegios que intentaba su madre sobre el piano; y a pesar de ello lo mató, lo estranguló con sus propias manos, la misma tarde en que descubrió que ya no era virgen y también porque el gato, había sido víctima -y esto lo sabían tanto Elisa como su madre, al igual que todo el pueblo- de indebidos y desesperados tocamientos por parte de Elisa, que desataban oleadas de culpa y de placer al unísono en su frágil y anémico cuerpo. Luego del asesinato, Elisa corrió por un vaso de agua. Agua fresca, helada, bien fresquita, que su mami guardaba en la heladera. Al poco sus dedos se paralizaron  por la gelidez impropia del agua, y el vaso cayó con estrépito al suelo. Su madre, que dormía plácidamente tras un biombo bizantino, apareció de pronto. Contempló primero el vaso roto y luego el gato muerto, y bajó la mirada. Sobre la tumba del gato crecieron dos flores blancas y una mariposa vino y se  posó en una de ellas.

Poemas



Recuerdos

Hacia ríos de alegría
hemos siempre navegado
al abrir de cajas mágicas
de abanicos deliciosos
o mistéricos pecados
Amé y fue nunca
a lo lejos y en lo hondo.
Una perdiz gigante
salió, nos miró
y hundió su cabeza entre los yuyos.
Las hierbas dudaban:
una mano sin sueños
es un guante al fin y al cabo.
Flores de ceniza bien peinadas
El viento las adora
Y yo las junto.







Una fuente

A la muñequita
De la fuente
Le llora la nariz
Mientras, el diablo
Cara de mono
Se ríe y saca la lengua
Siempre hay un mono feo
Dispuesto a reírse
De una pobre desgraciada.






Argentina

Sobre el tocador antiguo...
un frasco de perfume verde.
Las muñecas rotas con
su cara  de muer-ti-tas
entreabren su boquita roja.
Turbación en “O” para
el que ansíe
perderse
para el
que qu
iera p
erd
er
S
e


  

 Bizancio

Yo no lamento haber nacido ahora
en estos ojos que miran
cuando lo desconocido
brilla al borde del camino
Si sola, si sola
caminara hasta ti
hacia tu puerta oscura
hacia tu pelo crespo
espejo de mi sangre
hermano de mi fiebre
Hacia qué Bizancio
qué piedras
qué luz me lanzarías
y cuánto llanto luego.
Quién no ha soñado un día
al borde de los labios.




Paisaje 

A final abierto
mujer desnuda
A tus manos serias
ojos encantados.
(yo te hablo del viento
nada me importa).
Sola de la soledad vacía
tu torpe inanidad
a las ramas secas
sin descubrir siquiera
la belleza Reina
los infantes malditos
la secreta piedra.
El  sordo torbellino
Que entorpece y mata.
Vencida la tristeza
en el más cruento frío
ni siquiera el amor
como un dios
como un látigo
ni siquiera tu amor
prevalece a este encanto.










 La flor de fuego


Todo ha estallado de risa
de lo bello
que eras.
Idolatrado de las manos
milagrosas
que entretejen los encajes
del espanto.
La noche es la noche
y nadie toca
(por si acaso)
los senos de la
Venus suspendida.
Verte un segundo…
Ya me dirás tú:
¡Inalcanzable!
Eferma de tu luz
me estoy muriendo
Imaginaba toda mi vida,
toda
(me equivocaba).
Cual una flor de fuego 
me consumo, 
me deliro, me persigno, me maldigo
y me río sin final
de mi desgracia.
¿lo sabrás tú?
¡Ah, inconfesable!









 Mi pena


Mi pena aterida
Brota de una espina
(Y no grita)

Corazón de armiño
Acaricio tu pelaje fino
Blanca sirena ahogada
U olvidada
Espacio de lo que un día fue
Belleza de todas las cosas.





 Lluvia

Recuerda hermano
Cuando las vírgenes áureas
Llovían sobre tu cara
Y un espacio se abría
Tras las nubes
Con olor a aljibe
Con  olor a planta
y a jaula
Y a incesto
Y a patio de la abuela
Pero ya no recuerdas
Esa luz
Y la  lluvia es una intrusa
Que se cuela
En tus zapatos










Nada

Dame tu nada Corazón
dame tu NADA
para que pueda mirarte
para siempre
con los ojos de los pájaros.





Intimidad

El instante que pasa
La vida de la voz
Un mechón en la boca
El corazón que me tiembla
Intimidad de una lágrima
Mi mariposa escorpión
El sueño.


Semilla 

El árbol del viento
ha sembrado una semilla:
mi niño demente que sueña
en una canica de cristal
y flota
con su corazón de raíces
que me hacen cosquillas en el ojo.




Amor, para que tú rías
con mi corazón entre los dientes
masticando mi perversión
que se desangra
y llora y grita por verte reír
como un niño llora
solo por verte reír
y que me ames un poco
nada más que un poco
aunque también ese "poco"
sea mentira
me he metido en esta ruta
perdedora.